viernes, 30 de abril de 2010

Día 1

Día 1 03h47

Ya eran varias semanas en que la misma imagen se le presentaba en la cabeza. Un carro iba hacia un precipicio y no frenaba. El conductor veía el precipicio y se quedaba inmóvil esperando la caída, pero esa caída no llegaba. Con el paso del tiempo el conductor moría, no por que el automóvil llegaba y caía al precipicio sino por que la espera del fin le desesperaba y le enloquecía. La locura lo mataba; la incertidumbre de su propio final era un peso mayor que el final mismo…

- ¿En que estas pensando? - Preguntó Sofía – te noto raro, muy callado.
- En nada, ¿tú en que piensas?
- En lo que te estoy diciendo… cada vez que analizas algo, lo vez distinto, con otra perspectiva – Él no contestó y continuó manejando unos minutos más.

A cada minuto que pasa, todos nos convertimos en otros. Somos únicos porque somos puntos formados por millones de líneas que se cruzan solo en este momento, solo en este lugar. Todos somos los conductores de este auto que cae hacia el abismo. ¿Nos matará la incertidumbre o nos matará el golpe?

-Tu nunca puedes decirme nada, creo que no confías en mi… que no me quieres- dijo la chica con una mirada de tristeza.

Después solo hubo un silencio sepulcral por algunos minutos, silencio que fue roto solo por un susurro con un tono tan bajo que no fue percibido ni por quien lo dijo.


-Si tan solo pudiera saber lo que pienso… solo sigo cayendo al abismo.

Andres P

martes, 13 de abril de 2010

Maternidades

04:45

Hoy he visto otro niño nacer. He visto a un ser salir desde las entrañas de otro, bañado en sangre y secreciones y gritos, y lo que sale es un niño que grita desconsolado por caer a este mundo donde su primer contacto es el látex de unos guantes que cubren a unas manos frías y bruscas que se mueven con destreza. Este humanoide de cuatro extremidades y una cabeza del tamaño de su tórax se estremece y grita con odio. Su llanto es lo más parecido a la definición de frustración máxima. Su llanto es ira, furia, rabia por tener que respirar, por haber salido aplastado y empujado hacia el frío desde un entorno tibio, protector y quizá eterno; o eso creía. Mientras más rabioso y enfurecido grite el niño, más contentos los médicos, “este bebe emputado con la vida está sano”. Que clase de vida podemos desear, si solo con ver un niño nacer es claro que no queremos nacer. Ningún niño nace feliz. Sufrir es la esencia de la vida. A fin de cuentas sufrir es lo primero que hacemos. Al morir, lo siguiente que debe hacer nuestro espíritu es por fin callar ese grito lastimero y cáustico que con el tiempo se logra domar, pero en realidad nunca se detienen los gritos de frustraciones.

04:58

JME